Todos los hechos y/o personajes son ficticios, cualquier similitud con la realidad es mera coincidencia

martes, 15 de marzo de 2011

Mais um

     No sé si será por el patriotismo del Bicentenario pero me di cuenta que no odio tanto a mi país. Ya no pienso más que seamos un país triste, chico y resentido.
Lo que genera tal confusión es tener a los brasileros al lado. Que me perdone Mujica y su integración Latinoamericana pero los cariocas son los culpables de nuestra baja autoestima. Podríamos ser mucho más felices sino los tuviéramos al lado.
Somos un país con buenas playas, pero no tanto como las de Brasil donde el agua es turquesa, está caliente y lo mejor de todo, no tiene aguas vivas. Tenemos muchos bosques, de eucaliptus por supuesto, ellos tienen la selva más grande del mundo.
Las mujeres no hace falta decir nada. Ya sé que la mujer uruguaya  se va a defender hablando de los hombres brasileros, estoy de acuerdo. Estoy seguro que a nosotros los uruguayos nos encantaría usar zunga pero no es lo mismo, créanme que lo sé.
Y así podría seguir con el fútbol-todavía festejamos él maracanaso, ellos tienen 5 copas-, vóleibol-son los reyes-, carnaval-van de todas partes del mundo-,  industrias, facultades y muchas cosas más.
Lo peor no es que nos superen en todo lo ya nombrado sino que hace años queremos ganarle en lo negativo y no podemos. Por ejemplo, mirando las favelas más conocidas, le empezamos a dar armas a los nenes para que salgan a matar en la calle. ¿Qué logramos? Como mucho una víctima por semana, ellos matan policías y militares. Agradezco el compromiso que asumió el canal 4 pero por más crónica roja que puedan hacer el Marconi nunca será Rocinha ni el Penal de Libertad será Bangú.
También llenamos las ciudades de iglesias con pastores que hablan Portuñol pero la plata se la llevan los hermanos norteños.
Después de leer esto, usted se preguntará; ¿Por qué Rivera no vendió todo el territorio?
Porque nosotros tenemos nuestras cosas hermosas, la rambla, el mate (con yerba de industria brasilera), y las tortas fritas, que por supuesto hay que comerlas un día gris.
Amo a mi país, no hay nada que me guste más que  juntar todo el año para poder ver esas bandas que a Uruguay no llegan. Me encanta deprimirme un sábado a la noche encerrado en un apartamento muerto de frío, hablando mal de mis compañeros de trabajo. No hay nada mejor que levantarme a desayunar y mirar en la tele a Omar Gutierrez  con Petru Valenski, la publicidad de Schneck, Pilsen o El País.
¡No somos menos que los brasileros! 
Nota: Según estudios de psicólogos que hicieron postgrados en San Pablo , si usted repite ésta frase durante media hora, estará media hora convencido que es cierto. Puede complementar con las publicidades propuestas.

 
Acá les demuestro a todos los pesimistas que dicen que somos aburridos en comparación con los brasileros que no es así. Drexler utiliza instrumentos de viento en sus canciones.

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